Un trasplante de sangre curó a un paciente infectado con el virus del sida, aunque los doctores que lo practicaron precisaron que no se trata de un tratamiento de uso y efectividad masiva.
La particularidad del caso radica en que el donante de células madre sanguíneas, recibida por el hombre de 40 años de edad en el 2007, presentaba una mutación genética que lo dotaba de resistencia natural contra el VIH, presente en el 1 por ciento de la población caucásica en el noroeste de Europa.

Ahora, a tres años de distancia, el receptor de las células ya no tiene signos ni de sida ni de leucemia, de acuerdo con un estudio publicado en la revista científica Blood.
“Es una interesante prueba de concepto que, acompañada de algunas medidas extraordinarias, resultó en la cura de un paciente con VIH, pero es muy arriesgado como para que se convierta en una terapia de amplio uso, aún cuando fueran encontrados suficientes donantes calificados”, dijo el Doctor Michael Saag, de la Universidad de Alabama, en Birmingham.
Los trasplantes de médula ósea o, más comúnmente en estos días, de células madre de sangre se realizan para tratar el cáncer, y sus riesgos en personas sanas son desconocidos. Involucran destruir el sistema inmunológico de los receptores con drogas de gran alcance y radiación, para reemplazarlo con las células del donante.
La mortalidad por el procedimiento o sus complicaciones puede ser de 5 por ciento o más, aseguró Saag, quien presidió HIV Medicine Association.
“Realmente no podemos aplicar este procedimiento a personas sanas porque el riesgo es muy elevado, en especial cuando las medicinas pueden mantener el VIH a raya”.
Saag precisó que el tratamiento sólo podría ser considerado en caso de que el infectado con sida también tuviera cáncer. AP