La oxitocina, conocida como la “hormona del amor“, juega un papel más importante en las interacciones sociales de lo que se pensaba, según un estudio nuevo con ratones.
Ya se sabe que la hormona es importante en la creación y el mantenimiento de un vínculo fuerte entre la madre y el niño y de los vínculos sexuales entre las personas.

El nuevo hallazgo sobre la influencia de la oxitocina en las interacciones sociales podría tener implicaciones importantes para los trastornos neurológicos como el autismo, y para la comprensión de la evolución social de los humanos, afirmaron los investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de Stanford en un comunicado de prensa de la universidad.
En las investigaciones anteriores se había examinado la oxitocina por el aparente papel que jugaba en el establecimiento de la confianza entre las personas, y se ha suministrado a niños con autismo en ensayos clínicos. El autismo es un trastorno del neurodesarrollo caracterizado por las dificultades en las interacciones y las comunicaciones sociales.
Ahora, en los experimentos con ratones, el equipo de Stanford detectó una manera única en la que la oxitocina altera la actividad en una parte del cerebro que es fundamental para el sentimiento de recompensa. Los hallazgos aparecen en la edición del 12 de septiembre de la revista Nature.
Los resultados del estudio ofrecen evidencias que respaldan a los ensayos en proceso de la oxitocina en las personas con autismo, y también sugieren unos tratamientos nuevos posibles para las personas con algún trastorno de la salud mental que les dificulta la actividad social, según los investigadores.
“Las personas con un trastorno del espectro autista podrían no experimentar la sensación de recompensa normal que los demás tenemos por estar con nuestros amigos”, afirmó en el comunicado de prensa el autor principal del estudio, el Dr. Robert Malenka, profesor de psiquiatría y ciencias de la conducta. “Para ellos, las interacciones sociales pueden ser absolutamente dolorosas. De modo que nos preguntamos: ¿Qué hay en el cerebro que nos hace disfrutar cuando salimos con nuestros amigos?”.
Malenka y sus colaboradores afirmaron que sus hallazgos con ratones tienen muchas probabilidades de poder aplicarse en las personas debido al gran parecido que hay entre los circuitos cerebrales de la recompensa de las dos especies.
Sin embargo, los científicos señalan que frecuentemente la investigación con animales no produce resultados similares en humanos.
Los Centros para el Control y la Prevención de las Enfermedades de EE. UU. informan de que a uno de cada 88 niños se les diagnostica un trastorno del espectro autista, en el que hay distintos grados de gravedad.
Artículo por HealthDay, traducido por Hispanicare