(HealthDay News/Dr. Tango) — Para casi siete millones de estadounidenses, el miedo y la ansiedad no es algo que se asocia a las alturas, a una entrevista de trabajo o a perderse en una ciudad desconocida.
Más bien se trata de un estado crónico de preocupación y tensión que afecta al doble de mujeres que de hombres y que los agobia sin motivo aparente, corroyendo lentamente su calidad de vida.

Pero un estudio reciente que aparece en la edición reciente de la revista Cell ha realizado un descubrimiento que ofrece a los pacientes esperanza de una vida más relajada.
Investigadores del Hospital McLean, afiliado a la Facultad de medicina de la Harvard, han identificado una proteína del cerebro que desencadena la respuesta de miedo y esto podría ayudar al desarrollo de nuevos medicamentos para bloquear la proteína o sus vías hacia las células del cerebro.
“Esta es la primera demostración de que esta proteína está implicada en conductas relacionadas con el miedo”; afirmó en un comunicado de prensa del McLean el autor del estudio Vadim Bolshakov, director del Laboratorio de neurobiología celular del hospital. “Al identificar este desencadenante, ahora tenemos mayores probabilidades de desarrollar fármacos que desactiven el conmutador del miedo en el cerebro y por lo tanto reduzcan la ansiedad de manera significativa”.
Los investigadores observaron todas las neuronas de las amígdalas de ratones que no tenían la proteína TRPC5 y encontraron que no se activaban tan bien como las de los cerebros de ratones normales.
Esos ratones no tendrían tanto miedo al explorar nuevos lugares o entrar en contacto con otros ratones, situaciones que por lo general causarían ansiedad.
David Clapham, profesor de neurobiología y pediatría de la Facultad de medicina de la Harvard, trabajó en el estudio y afirmó que la proteína se encuentra por todo el cerebro, pero que se concentra mucho en la amígdala, la parte del cerebro relacionada con las emociones. Clapham es también el profesor Aldo R. Castenada de Investigación cardiovascular del Hospital pediátrico de Boston.
“Estos experimentos ofrecen pruebas genéticas de que la TRPC5 tiene una función esencial en el miedo innato”, concluyeron los autores del estudio.
“Lo que encontramos con nuestro trabajo es que los ratones que no tenían la proteína TRPC5 ya no mostraban conductas relacionadas al miedo al enfrentarse a situaciones que por lo general les causarían ansiedad”, señaló Clapham.
“A nivel práctico, sugiere algunos nuevos objetivos moleculares potenciales para tratamientos, y algunos nuevos tipos de tratamiento”, añadió Bolshakov.