Ha llegado el verano y los niños ya están de vacaciones. Es hora de ir a la piscina y a la playa; es hora de divertirse! Sin embargo, para los padres se presentan algunas nuevas preocupaciones: “no te bañes después de comer”, …
Recuerdo que cuando era niño a algunos de mis amigos les dejaban bañarse después de comer mientras que a mí no me lo permitían. Actualmente sigue habiendo dos bandos de padres: los que creen y los que no creen en el “corte de digestión”. Pero, ¿eso del “corte de digestión” es verdad o mentira?
Lo cierto es que el término “corte de digestión” es erróneo. Los problemas que pueden ocurrir al introducirse en el agua se relacionan más con otras situaciones que con la digestión y el aparato digestivo. Lo que suele ocurrir es que se produce un síncope (pérdida de conocimiento) como consecuencia de la diferencia de temperatura entre la superficie del cuerpo y el agua. Por eso el “síncope de hidrocución” (forma científica de llamar al “corte de digestión”) es más frecuente cuando el individuo ha estado expuesto durante mucho tiempo al sol y se introduce bruscamente en agua fría; entonces, debido a una constricción de los vasos sanguíneos de la piel, la sangre se dirige a la red circulatoria profunda, fundamentalmente del tubo digestivo, lo que puede producir una parada de los movimientos respiratorios y cardiacos. El “síncope de hidrocución” también puede ser la consecuencia extrema de un reflejo que se produce en condiciones normales y que consiste en que, cuando introducimos la cabeza bajo el agua, disminuye la frecuencia cardíaca; una respuesta exagerada de este reflejo podría terminar en una parada del corazón. Quizá por eso, y en contra de lo que se piensa de forma generalizada, son los ancianos (con tendencia a una frecuencia cardíaca baja) – y no los niños – los más propensos a padecer este tipo de accidentes.
Por todo lo anteriormente dicho, para prevenir un “síncope de hidrocución” se deben evitar las exposiciones prolongadas al sol y los ejercicios físicos intensos antes del baño, el baño después de las comidas (especialmente si han sido copiosas o se han ingerido bebidas alcoholicas) y la entrada brusca al agua fría. Lo conveniente es entrar poco a poco en el agua para que el cuerpo se adecue progresivamente a la nueva temperatura. Además, una vez dentro del agua se debe salir rápidamente o pedir ayuda si se siente mareo, escalofríos, náuseas, visión borrosa o zumbidos de oídos.
Sirva como resumen decir que es la diferencia térmica entre la piel y el agua el factor fundamental responsable del “síncope de hidrocución”, y no el proceso de la digestión; que, desgraciadamente, el cuadro puede terminar en una parada cardio-respiratoria y no de los movimientos del tubo digestivo; que no son los niños los más proclives a sufrir este tipo de accidentes; y que, aunque el término “corte de digestión” sea incorrecto, hay que tener cuidado con el baño en determinadas situaciones.
Cuídense ustedes tanto como cuidamos a los niños. ¡¡¡Buen baño!!!
Dr. Fermín Mearin
Director del Servicio de Aparato Digestivo
Centro Médico Teknon. Barcelona.