Científicos de la Universidad de Edimburgo crearon la primera serie pura de células madre del sistema nervioso central, a partir de las células madre de un embrión.
Las células madre nerviosas son las que ayudan a desarrollar el cerebro y el sistema nervioso central.
El objetivo es usar la nueva técnica para producir tejidos cerebrales que sirvan para reemplazar los tejidos dañados por enfermedades como Alzheimer o Parkinson.
El corresponsal de Ciencia de la BBC Pallab Ghosh afirma que aunque estamos lejos de alcanzar esa meta, el descubrimiento es un paso importante en ese camino.

Este hallazgo se produce tres meses después de que investigadores de la Universidad de Newcastle (noreste de Inglaterra) anunciaran la primera clonación de un embrión humano en el Reino Unido, mediante óvulos donados y material genético de células madre.
Beneficios. A corto plazo, las células madre nerviosas pueden ser usadas para probar la efectividad de nuevos fármacos.
El doctor de la Universidad de Edimburgo Steven Pollard aseguró que “esto es muy emocionante en cuanto se podrá curar enfermedades”.
“Podríamos crear la enfermedad en un laboratorio y de esa forma podríamos comprender mejor el problema y también probar las drogas para combatirla”.
El corresponsal de la BBC agrega que el hallazgo podría ayudar a los investigadores a comprender mejor cómo se desarrolla el cerebro y qué es lo que falla cuando las personas presentan enfermedades.
Intentos anteriores de crear células nerviosas puras sólo lograron producir muestras contaminadas que no han sido útiles para fines científicos.
Otros usos. La administración intravenosa de células madre obtenidas de cordón umbilical puede conseguir reducir los daños que sufre el cerebro tras un derrame cerebral, de acuerdo con estudios realizados en la Universidad de Florida y Georgia.
Según la investigación es posible conseguir que estas células alcancen el sistema nervioso a través de la circulación sanguínea, algo que hasta ahora no parecía práctico.
Y es que la circulación del cerebro está “especialmente” separada del resto de la sangre que circula por nuestros vasos sanguíneos. Existe lo que se denomina barrera hemato-encefálica, un mecanismo de protección del delicado sistema nervioso que dificultan la entrada de infecciones o tóxicos al cerebro: una serie de células especiales recubren las arterias y las venas de todo el encéfalo para impedir que determinadas partículas puedan dañar a las neuronas.
Pues bien, esta barrera tan útil para algunas cosas, se vuelve un problema a la hora de conseguir que los fármacos u otros agentes beneficiosos puedan alcanzar al cerebro enfermo.
En la investigación publicada en la revista Stroke, los científicos se plantearon, en un modelo experimental con animales, tratar de reducir la lesión que se produce en los infartos cerebrales.
Se intentaba encontrar algún método que redujera el número de células nerviosas que mueren por falta de riego y de mejorar la recuperación del cerebro.
Conseguir que las células madre lleguen al infarto. Para ello utilizaron células madre obtenidas de cordón umbilical (una de las fuentes posibles de este tipo de células caracterizadas por su capacidad para transformarse en función del órgano donde se encuentran).
La idea era conseguir que estas células alcanzaran la zona del infarto en el cerebro y redujeran la lesión además de ayudar a “reconstruir” la zona dañada.
El problema es que para que las células madre alcancen el sistema nervioso sólo hay dos vías. La primera es el trasplante, algo imposible de hacer en este tipo de pacientes que sólo se benefician del tratamiento en las primeras horas tras sufrir el infarto.
La otra posibilidad era inyectar estas células en una vena (en este caso la yugular del cuello) y dejar que la circulación sanguínea las conduzca hasta la lesión. Es precisamente para esta alternativa para la que la barrera hemato-encefálica de la que hablábamos se convierte en un problema.