El Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) desarrolló el primer medicamento natural contra la ansiedad, trastorno mental que padecen 13 millones de mexicanos y ocupa el cuarto lugar como causa de incapacidad en el mundo.
La nueva fórmula del IMSS tiene el mismo efecto terapéutico que los fármacos más utilizados, pero sin causar efectos colaterales, como somnolencia diurna, dolores de cabeza, pesadillas, intolerancia y adicción.

La investigación científica y clínica para lograr este nuevo medicamento natural duró 18 años, y fue elaborada con diversas plantas de la medicina tradicional mexicana, de acuerdo con un comunicado del Seguro Social.
Jaime Tortoriello García, jefe del Centro de Investigación Biomédica del Sur del IMSS en Xochitepec, estado de Morelos, señaló que en ese estudio participaron en la etapa clínica del fitomedicamento 152 pacientes entre los 18 y 65 años de edad.
Destacó que esos pacientes obtuvieron resultados en el control de su padecimiento desde la primera semana de tratamiento.
El medicamento ansiolítico es producido a partir de las diferentes especies de plantas medicinales, como la rama de oro o corpionchi, cuyo nombre científico es galphimia glauca, utilizada en la medicina tradicional como tranquilizante para enfermos mentales.
La fórmula es una innovación mundial y se prevé que además de ser útil para los pacientes con ansiedad, pueda abrir una brecha para el desarrollo de la industria farmacéutica mexicana.
Tortoriello indicó que se prepara el trámite de registro del medicamento ante la Secretaría de Salud para su producción, comercialización e ingreso al cuadro de medicamentos del IMSS.
Estudios de la Oficina Panamericana de la Salud estiman que 27% de la población padece trastornos de ansiedad y que ésta, junto a la depresión, se convertirán en los próximos 10 años en las epidemias globales de trastornos mentales más frecuentes, expuso.
Recordó que por más de 30 años especialistas del Centro de Investigación Biomédica del Sur han patentado fitomedicamentos para tratar males como insomnio, hipertensión arterial, antimicóticos para el pie de atleta y uñas, y hasta un shampoo contra la caspa. El Economista