La Universidad de Córdoba, Argentina, confirmó que la grelina, que despierta el hambre, optimiza el rendimiento de la memoria y abre el camino hacia la búsqueda de alteraciones del sistema nervioso relacionado con la alimentación.

Científicos argentinos descubrieron que la grelina, una proteína que regula la ingesta de alimentos y despierta la sensación de hambre, también optimiza el rendimiento de la memoria.
Según informó hoy la Universidad Nacional de Córdoba (centro de Argentina), el hallazgo es fruto de una investigación realizada por expertos de esa casa de estudios y abre el camino para la búsqueda de fármacos capaces de modificar los procesos que se dan en el sistema nervioso central relacionados con la alimentación.
Hace siete años, un grupo de científicos ya había descubierto que, previamente a la ingesta de las comidas, se registraban altos de niveles de grelina, una pequeña proteína también llamada “hormona del hambre”.
Al contar con la certeza de que la grelina modula el hambre, un grupo de investigadores de la Facultad de Ciencias Químicas de la Universidad de Córdoba, encabezado por Susana Rubiales, profesora de Fisiología Humana del Departamento de Farmacología de esa unidad académica, decidió indagar la relación entre ingesta de alimentos, ansiedad y memoria.
Para ello, se realizaron sucesivos experimentos que consistían en inyectar la sustancia en el sistema nervioso central de ratas de laboratorio y medir los tres procesos.
Los investigadores argentinos lograron comprobar que, al ingresar en el organismo, la grelina aumentaba tanto el hambre de los animales como sus niveles de ansiedad.
“Pero la sorpresa fue descubrir que mejoraba la memoria”, señaló Rubiales, quien explicó que para evaluar el fenómeno fue necesario realizar diferentes pruebas que demostraron “un evidente incremento” en la retención de información del pasado.
Rubiales destacó que el trabajo es de “investigación básica”, ya que intenta explicar cómo funciona en el sistema nervioso central esta sustancia que modula ingesta, ansiedad y memoria, a partir de experimentos con ratas de laboratorio y diferentes determinaciones bioquímicas.
No obstante, comentó que, si bien faltan varios pasos para que estos descubrimientos básicos tengan una utilidad terapéutica en humanos, gracias al avance acelerado de la producción de fármacos se podrá “inhibir o estimular los receptores de la grelina y, de alguna manera, modular las conductas”.
Dentro de la búsqueda de nuevas drogas, es prioritario su aplicación al tratamiento de la obesidad, la anorexia, la bulimia u otros desórdenes alimenticios, pero los científicos argentinos creen que insertar la memoria en esta investigación tiene sentido pues “el hábito de comer y beber ocupa un espacio importante en la vida diaria de las personas”.
“Por lo tanto, existen muchas oportunidades para que la información relacionada con momentos alimenticios pasados sea procesada y, luego, pueda influir en las decisiones sobre qué, cuándo y cuánto alimento ingerir”, argumentan.
Rubiales recordó la hipótesis que sostiene que “la representación en la memoria de la información relacionada con comidas ingeridas en el pasado reciente es un factor que influiría sobre el consumo a posteriori, de manera que, manipulando el recuerdo de un episodio de ingesta se obtendría como efecto la reducción sobre el consumo subsiguiente”. via