El kiwi contiene vitamina E, la cual es una excelente antioxidante, ayuda a disminuir el riesgo de enfermedades cardiovasculares y previene algunas formas de cáncer
Los avances científicos son cada día más sorprendentes en el mundo de la medicina, sobre todo cuando tienen que ver con lo natural. Nos referimos a las frutas que brindan salud y no tienen efectos colaterales, como es el caso del kiwi. Investigaciones realizadas en Noruega y Reino Unido han revelado que posee cualidades benéficas en el combate a las plaquetas sanguíneas y es capaz de contribuir a la reparación del ADN.

Según un trabajo realizado en la Universidad de Oslo, comer dos o tres kiwis al día tiene los mismos beneficios que tomar una pastilla de ácido acetilsalicílico diaria para mejorar la salud del corazón, pero sin efectos secundarios, como daños al estómago.
El consumo de este fruto puede ayudar a adelgazar la sangre, reducir la formación de coágulos y disminuir la grasa causante de bloqueos en la sangre, sin afectar negativamente los niveles de colesterol, afirma el profesor Asim K. Duttaroy, quien encabezó el estudio.
Duttaroy menciona que la acumulación de plaquetas (coagulación de la sangre) en personas que ingirieron kiwi se redujo significativamente en un periodo de 28 días, y más aún, bajaron en ellas los niveles de triglicéridos en el plasma.
“Hay algo en el kiwi que crea un efecto antiplaquetas”, indica el científico, al poner sobre la mesa que el modo de acción de esta fruta favorece esta respuesta que es diferente a la de un medicamento popular. Pero señala, “se requiere más investigación sobre la identificación de la sustancia activa para una conclusión más definitiva sobre por qué el consumo de kiwi es tan eficaz”.
Pero no sólo actúa en la sangre, ya que otro estudio, realizado en el Instituto de Investigación Rowett en el Reino Unido, mostró que comer kiwi puede proveer una protección substancial contra otras clases de daño.
Ingerirlo a diario, aunque sea en cantidades modestas, puede contribuir a proteger al ser humano contra la información genetica que puede desencadenar el cáncer. El Universal