Dermatólogos y farmacéuticos avalan la eficacia de la baba de caracol, pero advierten de que para que los cosméticos elaborados con estas secreciones posean las propiedades regeneradoras y antioxidantes que se les atribuyen, éstas deben de haber sido extraídas cuando el animal está estresado.

La empresa Industrial Farmacéutica Cántabra (IFC) elaboró un estudio, difundido hoy, en el que avala las virtudes de los cosméticos elaborados con estos moluscos, pero alerta de los riesgos de comprar “productos milagro” relacionados con la baba de caracol.
Estos productos, sin base científica y apoyados en campañas publicitarias poco rigurosas, confunden al consumidor y a los profesionales de la salud, poniendo en entredicho las propiedades regeneradoras y la seguridad de los consumidores, dice el estudio.
Según IFC, los criterios de calidad exigibles a los productos de baba de caracol para que garanticen su propiedad regeneradora son la fuente o tipo de caracol, el método de extracción y elaboración, los componentes de la baba, el aval científico y la existencia de procesos que garanticen su seguridad y tolerancia.
Por este motivo, señalan estos expertos, no todas las cremas de baba de caracol son iguales.
Para que estos cosméticos sean eficaces, deben ser elaborados con la secreción que el caracol genera ante determinados estímulos externos -como radiaciones o estrés mecánico- para reparar su piel y protegerse de las agresiones externas, y no con la baba que el caracol desprende en sus desplazamientos.
La secreción del caracol “cryptomphalus aspersa” obtenida en estado de estrés es extremadamente rica en proteínas y polisacáridos, responsables de su actividad regeneradora, y nada tiene que ver con la baba que el caracol segrega durante su desplazamiento, carente de actividad biológica y cuya única función es permitir su movilidad.
La metodología de obtención de la baba se ha perfeccionado hasta llegar a la situación actual con un sistema del que se obtiene una secreción purificada que permite preservar la vida del caracol y que ha sido patentada y comercializada por esta empresa farmacéutica.
Según un estudio llevado a cabo en 2004 con personas tratadas con baba de caracol, al que hace referencia IFC, la disminución progresiva y gradual del porcentaje de pacientes con arrugas finas es de un 26,7% y las gruesas de un 45,5%, así como una significativa disminución del aspecto fotoenvejecido y de la sequedad y aspereza de la piel.
Además, muestra una mejora en los parámetros de alisamiento, firmeza, flexibilidad, hidratación y tersura.