Unas conductas saludables como el ejercicio, una buena dieta y la gestión del estrés tienen el potencial de revertir el envejecimiento a nivel molecular y de restaurar parcialmente la vitalidad de las células de una persona, según un nuevo estudio piloto.
Las opciones saludables de estilo de vida pueden alargar la longitud de las secuencias de ADN halladas en el extremo de los cromosomas de una persona, aseguró el autor líder, el Dr. Dean Ornish, fundador y presidente del Instituto de Investigación en Medicina Preventiva, una institución sin fines de lucro en Sausalito, California.
Además, mientras más sana sea su vida, más fuertes se vuelven sus cromosomas, aseguraron los investigadores en la edición en línea del 17 de septiembre de la revista The Lancet Oncology.

“Quizás podamos revertir el envejecimiento a nivel celular”, planteó Ornish, un autor de grandes éxitos de ventas que propugna por un método fundamentado en el estilo de vida para mejorar la salud y combatir la enfermedad. “Nuestros cuerpos son mucho más dinámicos de lo que pensábamos y mientras más cambia uno a cualquier edad más puede mejorar”.
Pero un genetista advirtió que los hallazgos del estudio son preliminares, y planteó varias preguntas sin responder.
Las secuencias de ADN, conocidas como telómeros, afectan de manera directa a la forma en que las células envejecen, y se han asociado con un mayor riesgo de muerte prematura y enfermedades relacionadas con la edad. A medida que los telómeros se acortan y su integridad estructural se debilita, las células envejecen y mueren con mayor rapidez.
Una menor longitud de los telómeros se ha vinculado con conductas malsanas como fumar cigarrillos, el estrés emocional crónico y una mala dieta, apuntó Ornish, además de enfermedades como el cáncer, las enfermedades cardiovasculares, la demencia, la obesidad, el accidente cerebrovascular, la osteoporosis, las enfermedades infecciosas y la diabetes.
“A veces se comparan con las puntas de plástico en el extremo de los cordones de los zapatos, que evitan que los nudos de los cordones se deshagan”, comentó Ornish sobre los telómeros. “En este caso, evitan que los cromosomas se deshagan”.
Investigaciones anteriores han mostrado que adoptar un estilo de vida saludable puede proveer muchos beneficios médicos, entre ellos revertir el avance de las enfermedades cardiacas. Sin embargo, los investigadores apuntaron que este es el primer estudio en mostrar que los beneficios de una vida sana podrían extenderse hasta la genética celular de una persona.
“Si se validan mediante ensayos aleatorios controlados a gran escala, estos cambios integrales en el estilo de vida podrían reducir significativamente el riesgo de una amplia variedad de enfermedades y de mortalidad prematura”, aseguró Ornish. “Nuestros genes, y nuestros telómeros, son una predisposición, pero no son necesariamente nuestro destino”.
El estudio, que duró cinco años, se concentró en dos grupos pequeños de hombres diagnosticados con cáncer de próstata de riesgo bajo a quienes no se había suministrado tratamiento. Se pidió a diez hombres que realizaran cambios integrales en el estilo de vida, mientras que un grupo de control de 25 hombres mantuvieron su estatus quo personal.
Los cambios en el estilo de vida se enfocaron en cuatro áreas principales, explicó Ornish:

  • Una dieta adecuada. La adopción de una dieta de comida integral de origen vegetal que fuera baja en grasa y en carbohidratos procesados.
  • Ejercicio moderado. Caminatas de treinta minutos seis días a la semana.
  • La gestión del estrés. Participación en meditación, yoga y otras técnicas de relajación durante una hora al día.
  • El respaldo social. Asistencia a una reunión de una hora de duración en un grupo de apoyo una vez por semana.

Los investigadores tomaron muestras de sangre y midieron la longitud de los telómeros de los participantes al inicio del estudio, y una vez más tras cinco años.
Los hombres que realizaron los cambios integrales en el estilo de vida experimentaron un aumento promedio del 10 por ciento en la longitud de los telómeros. Entre los hombres del grupo de control, los telómeros se encogieron, en promedio, un 3 por ciento.
Además, pareció haber una relación entre la “dosis” del cambio en el estilo de vida y la respuesta del cuerpo: mientras más cambios positivos en el estilo de vida adoptaba alguien, más se alargaron sus telómeros.
“En general, nuestros cuerpos tienen una capacidad sorprendente de sanar si simplemente dejamos de hacer lo que estamos haciendo”, enfatizó Ornish. “Me impresionó el dinamismo de estos mecanismos y la rapidez con que las personas mejoraron”.
Los resultados del estudio piloto son promisorios, pero deben replicarse en un ensayo aleatorio de gran tamaño, aclaró Joseph Lee, genetista humano y profesor asociado de epidemiología clínica de la Facultad de Salud Pública Mailman de la Universidad de Columbia, en la ciudad de Nueva York.
“Los participantes del grupo de intervención tenían una motivación muy alta, y mantuvieron el régimen de intervención por más de cinco años, y siguieron asistiendo a las reuniones cuando ya las reuniones no eran necesarias”, comentó Lee. “Hay que ser cauto respecto a qué tan efectivos serán los cambios en el estilo de vida en una población general de gran tamaño, donde quizás el nivel de motivación no sea tan alto”.
Lee también lamentó que los investigadores no revisaron rasgos de salud como el peso, el índice de masa corporal ni la presión arterial junto con la longitud de los telómeros de los pacientes.
“Por ejemplo, si los participantes del grupo de la intervención con unos telómeros de mayor longitud tuvieran una presión arterial más baja, eso hubiera sido mucho más interesante”, señaló Lee. “Aunque quizás no sea estadísticamente significativo debido al pequeño tamaño de la muestra, hubiera sido informativo”.
El estudio no buscaba medir si los cambios en el estilo de vida ralentizaban el avance del cáncer de próstata.
Artículo por HealthDay, traducido por Hispanicare